ya sabía que los libros eran refugios para flores secas. huelen a muerte.
el secador de pelo amenazaba con secuestrarte para siempre:
recordaba el brote continuo del invierno.
los pies ateridos, el ibuprofeno, el malestar.
la luz perforando tus pestañas.
cada suicidio estaba caducado.
viernes, 22 de abril de 2011
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